viernes, 8 de abril de 2016
La última fantasía de Squaresoft: FINAL FANTASY X
Después de un periodo en el que apenas pude dedicar tiempo a esta afición, por falta de interés, por situaciones vitales, por el motivo que sea, volví a coger un pad de control con la mejor compañía posible. La época de los 32-64 bits, Playstation, Saturn y Nintendo 64 no habían conseguido transmitir la magia que existía en los circuitos de los 16 bits. A pesar de Chrono Trigger, Illusion of Time/Gaia, Secret of Evermore, Terranigma, Final Fantasy III (el sexto de la serie). A pesar de Final Fantasy VII, VIII, IX, Alundra, Chrono Cross, Zelda:Ocarina of Time, Zelda: Majorask Mask, a pesar de tantos sueños mostrados, Secret of Mana seguía ocupando el primer lugar en cuanto a sensaciones transmitidas. Seguro que más bien por motivos sentimentales que por criterio objetivo para analizar la calidad, pero después de tanto tiempo dedicado a muchas historias, no había vuelto a experimentar tanta emoción durante un viaje por mundos imaginarios. Tampoco tanta frustración por que su continuación (y su antecesor) se hubiesen quedado en tierras niponas. Secret of Mana parecía insuperable hasta que llegó Playstation 2 y la fantasía final de Squaresoft. Asociamos la letra X a asuntos de adultos y sobre todo a incógnitas misteriosas y en ocasiones irresolubles. Y la letra le vino muy bien a dicho título, porque a partir de ahí, la fantasía final ha dejado de ser fantástica. La incógnita no ha sido resuelta y nadie parece saber hacia donde va esta fantasía que ya rescató a Squaresoft en su día.
Sólo con escuchar la melodía del inicio, te invade la nostalgia, una melodía suave y delicada que te invita a escucharla. Al empezar, oyes el "listening my history" y asientes con la cabeza, quieres escuchar y ver lo que hay detrás de esa melodía. Después de pasar la pantalla de inicio, nos vemos envueltos en una atmósfera futurista, en una ciudad que parece no dormir, Zanarkand, que vive en el despilfarro de luces y pendientes del blitzball, deporte que llena estadios sea la hora que sea. Tidus es la estrella de los Zanarkand Abes y esa noche se disputa un partido importante. El partido empieza y justo cuando Tidus se dispone a realizar el primer disparo a portería, un monstruo enorme aparece y ataca la ciudad. En medio del desconcierto, tomamos el control de Tidus y nos encontramos con Auron, por lo visto, un antiguo conocido de nuestro personaje.Le entrega una espada con la que defenderse de lasa criaturas que han empezado a aparecer por todos lados. Empieza lo que se puede llamar el tutorial del juego, donde aprendemos los movimientos básicos de control. Tras unos cuantos combates, Shin, que así se llama el monstruo que ha aparecido, destruye Zanarkand y Tidus cae el vacío...
Comienza así una historia que todos los aficionados a la fantasía deberían conocer. Hasta ese momento, jamás había visto unos personajes tan definidos y con tanta personalidad como en este título. Desde que empezamos tras caer desde Zanarkand, hasta volver allí, conocemos personajes de todos los tipos y niveles. Todos con su historia y sus demonios y todos con un miedo común: Shin. Tidus se entera que en Spira se prepara invocadores para enfrentarse a Shin y tratar de eliminarlo. Shin es un castigo de los dioses que cada pueblo de Spira interpreta a su manera; unos dicen que porque se han usado máquinas que desgradan a Yevon, pero los que las utilizan, no dejan de hacerlo. En poco tiempo conocemos a la invocadora que se está preparando para enfrentarse a Shin. Esta es Yuna, hija de Braska, el último invocador supremo que consiguió derrotar a Shin y trajo lo que en Spira conocen como "El periodo de la calma", hasta que el monstruo vuelve a aparecer. Antes de encontrar a Yuna, encontramos a Wakka, un jugador de blitzball, capitán de los Besaid Aurochs, y es él quien nos lleva al poblado de Besaid, donde conocemos a Yuna, a Lulu y a Kimahri. Sus tres guardianes. En este momento vemos una de las secuencias que me parecen más hermosas del juego, Yuna envía a los difuntos tras el ataque de Shin para que puedan descansar. Danza descalza sobre la superficie del agua mientras mueve su cetro pidiendo a los dioses la calma para los caídos. Lulu. Kimahri y Wakka son los guardianes de Yuna como invocadora y todo parece estar preparado para empezar el peregrinaje a Zanarkand, a pedir a Yu-Yevon, a través de Yunalesca la invocación del eón supremo que ponga fin a la tiranía de Shin. Aparece Auron, aquel hombre que ayudó a Tidus cuando Shin atacó Zanarkand durante su partido de bliztball y se ofrece a ser guardián de Yuna, ya que Auron había acompañado a Braska durante su peregrinaje y propone que Tidus se una, en honor a Jecht, el otro guardián que acompañó a Braska en su peregrinaje. Y aquí comienza un viaje irrepetible.
Escribir sobre Final Fantasy X a mi juicio es perder el tiempo. Final Fantasy X es una experiencia que sólo entenderemos si la vivimos. Por muy increíble que nos digan que es el bosque de Macalania, por muy tranquila que nos digan que es Besaid o muy fría la región de Gagazet, no podremos hacernos una idea de lo que muestra realmente esta historia. Hay escenas para todos los gustos y cualquier persona seguro que encuentra la suya. Aquí se aprende a morir de amor con la escena de Macalania entre Tidus y Yuna, se aprende a sentir rabia ante la soberbia de Seymour y se aprende a sentir tristeza cuando se ve alguna despedida, a sentir simpatía por personajes que te ganan desde que aparecen como Rikku.
A pesar de que parezca mentira que algo me haya podido transmitir más que Final Fantasy X, hay un juego que lo ha superado (siempre hablando desde mi criterio, tan extraño y personal como diferente a las generalidades). Y es a pesar de todo lo que he dicho sobre Final Fantasy X, hay algo que no me hizo mucha gracia. Y fue los partidos de bliztball. Por fortuna para mí, sólo es obligatorio jugar uno y se dé el resultado que se dé, lo único que cambia es que antes de que se líe buena, los Besaid Aurochs aparecen con un trofeo o sin él. Se pueden conseguir objetos útiles ganando partidos y como entretenimiento, sería infinito. Sin embargo, a los que les guste por encima de todo la trama y la historia, no van a pararse a jugar a blitzball, con el partido que hay que jugar por fuerza, vamos sobrados.
Los controles son intuitivos y rápidos, el movimiento de los personajes, fluido y el colorido y el diseño de Spira, sencillamente sobresaliente. Y los personajes son un elenco que como grupo no pasará a la historia, a mí por ejuemplo, Wakka o Lulu son personajes que me dejan frío y que me transmiten muy poco. Por contra, Tidus, Yuna, Rikku y Auron son personajes que permanecen en todos los buenos recuerdos en cuanto a videojuegos se refiere. El último Final Fantasy de Squaresoft es éste. Ya el X-2 fue de Squeare-Enix y quien lo haya probado y completado sabe perfectamente que no es igual ni es lo mismo. Y muchos opinan que aquí se paró la saga. Personalmente me han gustado mucho todo lo que ha venido después, pero es cierto que de Final Fantasy sólo tiene el nombre. Hay unas expectativas enormes con el XV y ya no digamos con el remake del VII. Veo con más posibilidades de salir airoso al XV, pues el VII va a tener que luchar con la huella dejada en su día por el original, y esta historia, que apareció cuando esta industria más crecía, marcó demasiados recuerdos como para poder repetirlos. Las versiones HD de Final Fantasy X han sido prácticamente iguales, con la salvedad de que en la versión de PS3 se cargaron la banda sonora.
Final Fantasy X es justo un diez. Una historia que atrapa, un juego que absorbe, un control que engancha y unos personajes que se quedan contigo. Squaresoft no pudo tener una despedida más sobresaliente. Cuando acabas el juego tienes la certeza de que ahora sí, se ha conseguido alcanzar la fantasía insuperable, la última fantasía o la fantasía final.
miércoles, 6 de abril de 2016
Un recuerdo insuperable: Super Mario World
Si un personaje ha sabido reinventarse para protagonizar cualquier historia, yo diría que es Mario. De hecho, ha sabido hasta reinventar su nombre, de Jumpman a Mario y cambiar de aspecto sin que su esencia haya disminuido. Cada generación de máquinas de Nintendo ha traído su correspondiente Super Mario y no ha dejado indiferente a ningún aficionado. Quedan anécdotas y debates como para escribir memorias interminables y recuerdos infinitos de sensaciones vividas junto a este personaje nada extraordinario a simple vista. Ya sea saltando de plataforma en plataforma, ya sea de fiesta, conduciendo karts, Mario deja huella.
Recuerdo la opinión que despertó Super Mario 64 en la crítica nacional. Leí artículos que afirmaban que la propia Nintendo se había arrepentido de la perfección alcanzada a una edad tan temprana de su nueva consola y hubo publicaciones que no se atrevieron ni a puntuar el juego (algo que aplaudí, pues una nota significa tan poco como un criterio universal en un mundo tan variado). Eso sí, Super Mario 64 era algo que proponía algo diferente a todo lo visto. Yo estoy de acuerdo, pero matizo el diferente, sin utilizar la palabra mejor. Jugar a Super Mario 64 fue algo distinto y posiblemente muchos estén de acuerdo con esas palabras. Compré la Nintendo64 el día el lanzamiento, haciendo algo poco inusual en mí (Sólo SNES y N64 han sido mías el día de su lanzamiento) y Super Mario 64 se vino a casa. Lo probé y vi que estaba ante algo diferente de lo que había visto hasta entonces, pero... ¿Perfección? Yo no diría esa palabra. Quizá por pillarme en plena evolución de la vida adolescente a la adulta, aunque ahora sea de nuevo un niño, Super Mario 64 no es el juego de Mario que mejores recuerdos me ha dejado. Ese título que diría sin dudar al responder a esa pregunta, sería Super Mario Galaxy 2, por mucho que segundas partes nunca fuesen buenas. Pero dejando abierta la puerta a entradas sobre estos dos juegos, un Mario que queda como una fábrica de sueños, un Mario que fue mi juego preferido durante dos años enteros y que ni siquiera Street Fighter 2 consiguió bajarlo de ahí, fue Super Mario World.
Super Mario World es un lienzo lleno de colores, de cerraduras y de posibilidades. Puedes hacer prácticamente todo, nadar, correr, bucear, volar... Y con apenas transformaciones, por lo que la esencia del personaje se mantiene. Tenemos el champiñón que nos convierte el Super Mario, la flor que nos permite disparar y la pluma que nos ofrece una capa con la que poder volar. Por supuesto, no falta la estrella que nos hace invencibles durante unos momentos, pero que no evitará que perdamos una vida si caemos por algún hueco entre plataformas.Encontramos cinco regiones extensas con multitud de escenarios. Alguno de estos puntos dentro de las regiones tienen dos salidas y debemos encontrarlas todas para poder ver los 96 mundos de los que consta esta aventura. Sin olvidar el Mundo Estrella, que además de difícil (ojo con la séptima fase del especial), ofrece unos escenarios realmente bonitos para los que gusten de cielos estrellados y ambientes oscuros pero iluminados con delicadeza. Tenemos varias vías para llegar al castillo de Bowser, donde Peach nos espera. Y para ello es necesario abrir alguna de las cerraduras especiales que hay esparcidas por los mundos, no sirviendo llegar al final de la línea de la meta en todas para que se nos abra el camino adecuado. A través del mundo estrella también podemos llegar a la entrada del castillo, pero acorta demasiado un viaje que no quieres que se acabe. Aunque con aquella edad no dude en usar el atajo nada más verlo, no hace mucho he vuelto a completar el juego con sus 96 mundos uno por uno y tengo que decir que Super Mario World es uno de esos juegos que no cansan y por supuesto, que nunca pasan de moda. para los jugadores clásicos.
Super Mario World sigue siendo un referente en una lista personal. Y dudo que logre salir de ahí por muchos títulos que salgan. Ni la revolución que supuso Mario 64, logró repetir las sensaciones recibidas. Sólo la segunda parte de la serie Galaxy logró dejar una huella semejante, y no podría decir cuál de los dos me gusta más. Super Nintendo no pudo tener un debut más acertado en Europa. Sonic que abanderaba a la competencia con un título magnífico encontró un rival a su altura. Era muy difícil decidirse, y sólo el matiz soñador del usuario adolescente (casi todos por aquella época) permanecía fiel a la marca que había adquirido. Por suerte, pude disfrutar de los dos y los dos siguen siendo hoy recuerdos muy bonitos. Si esos recuerdos han durado 24 años, deben de haber dejado huella.
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