domingo, 12 de julio de 2020

Animal Crossing New Horizons y la pérdida de la noción del tiempo.

Desde la infancia tierna que ocurrió hace tanto tiempo que apenas se recuerda, los videojuegos que he probado han tenido un principio y un final. Y aunque la "cultura general" te dice que ha habido juegos (Asteroids para Game Boy, por ejemplo) en los que el único cometido era sumar puntos, servidor nunca había probado en profundidad algo sin buscar el letrero "The End" para darlo por concluido. Hasta que ha llegado Animal Crossing New Horizons para Nintendo Switch. Un juego al que llevo trescientas horas echadas y sé que el cartel "The End" no va a aparecer nunca, por lo que puedo echarle mil horas más o quedarme como estoy, cosa que por cierto, se antoja realmente complicado, porque la isla llama, porque verla crece motiva, porque el mañana siempre esconde una sorpresa...


UNA FÓRMULA SIMPLE QUE FUNCIONA PERFECTAMENTE
Cuando metes la tarjeta en la Switch, suena una melodía sencilla y un mapache te da la bienvenida y te invita a crear a un personaje para habitar una isla desierta no se es consciente de la grandeza que encierra algo tan sencillo y simple. Eliges el hemisferio donde habitas y eliges la isla que más te guste entre cuatro posibilidades. Le pones un nombre a tu isla, diseñas tu personaje y listo. Apareces en una isla donde el mapache deja claro desde el minuto uno quién es el que manda aquí. Y para más inri, el mapache tiene a dos "mapachitos" que han aprendido muy bien de su maestro. Desde el momento que eliges el lugar para instalar la tienda de campaña en la que pasarás tus primeras horas en Animal Crossing New Horizons, Tom Nook, el mapache, se encargará de recordarte la deuda que has contraído con él. Un ejemplo perfecto de lo que es la vida, una deuda constante desde el momento que se nace. Y aquí comienza Animal Crossing, un juego que tiene comienzo, pero que no tiene final.



HAY QUE AMPLIAR LA CASA, HAY QUE DECORAR LA ISLA, HAY QUE REFORMAR LA ISLA, HAY QUE... VIVIR.

Una vez se salde la deuda del asentamiento que Tom Nook se ha inventado, es hora de construir una casa. Es decir, hay que endeudarse otra vez. Y una vez construyas tu casa, hay que ampliarla. Es decir, más deudas. Pero además, hay que poner la isla bonita, hay que plantar flores, hay que plantar árboles frutales y cedros que nos darán madera, hay que limpiarla de hierbajos, hay que pescar y cazar bichos y también hay que relacionarse con los vecinos.
Yendo por partes, cada ampliación de la casa costará una buena suma de bayas, la moneda que tendremos aquí. ¿Cómo conseguimos bayas? Aquí entran en juego los dos "mapachitos" secuaces de Tom Nook, Tendo y Nendo, que te comprarán todo lo que recojas por la isla, desde fruta y flores hasta los peces y bichos que atrapes. A precios irrisorios, sí. Y también te venderán herramientas, la fruta que tengas en tu isla de forma autóctona, flores y varias cosas más a precio de oro. Aprenderás tus primeras técnicas de bricolaje para poder hacer tus herramientas con el material que encuentres tirado en la isla y poder sacar más material de las piedras y los árboles, como pepitas de hierro y de oro (muy raro que aparezca), bolas de arcilla y madera de tres tipos diferentes. El juego comienza con dos vecinos y a medida que vayas avanzando te permitirán reservar solares donde se harán casas para ocho vecinos más. Cuando tu isla esté habitada por estos diez vecinos, siempre podrás aceptar la petición de alguno que se quiera marchar y aceptar a otros, ya sea a visitantes de la zona de acampada o a otro que aparezca en la isla con el solar vacante ya comprado. Aquí nunca se para de hacer cosas. Conforme se avanza y crecen las posibilidades, se expande el abanico de cosas que se pueden hacer. Al principio venderás los bichos y los peces. Conforme vayas entregando capturas no tardará en aparecer Sócrates, el búho erudito que instalará un museo en la isla. En ese museo de mostrarán fósiles, bichos y peces. Más adelante, podrá además exhibir obras de arte, que, por supuesto, tendrás que comprar tú para donarlas al museo. Y también rezar para que Ladino no te la cuele y te venda una obra falsa, cosa que Sócrates verá enseguida cuando vayas a donarla al museo. También irás aprendiendo a modificar el terreno con lo que podrás quitar un estanque y podrás hacerlo más grande, podrás construir puentes y rampas de acceso. Iremos aprendiendo recetas de bricolaje para poder decorar la isla a nuestro antojo y también podremos ir comprando cosas a medida que el imperio de Tendo y Nendo vaya creciendo y la tienda se vaya haciendo más grande. Las posibilidades son muchísimas y enumerarlas todas es una locura. Dejo lo principal y la base de lo que se puede hacer en Animal Crossing New Horizons.


UN JUEGO PARA SIEMPRE
No es descabellado pensar que podrías estar jugando siempre a este título si lo usas como complemento o como manera de desconectar un periodo de tiempo corto. Ofrece muchas tareas que realizar y el hecho de que se pueda compartir es otro aliciente. Si el grupo de amigos es grande, seguro que alguno tiene una noche de lluvia de estrellas, otro tendrá un precio elevado en la venta de nabos u otro tendrá a un vecino haciendo un proyecto que no hayas aprendido. El tráfico en los aeródromos es de las cosas más divertidas que tiene el juego. Conversar con los amigos mientras se comparte lo que tu isla tiene ese día es una experiencia muy bonita y muy divertida. Con las opciones del juego en línea la infinitud del juego crece.
   Todo tienes que hacerlo tú. Desde elegir el asentamiento de tu tienda de campaña y la de tus dos vecinos al principio para que se conviertan en casas de hasta seis ampliaciones hasta construir puentes y rampas para que toda la isla sea accesible, pasando por elegir la ubicación de todas las casas de los vecinos que irán llegando, el lugar donde irá el museo, la tienda de las hermanas Manitas y el lugar donde irá la zona de acampada donde podrás recibir a vecinos futuribles o permitir la visita de personajes durante un solo día. Y no solo será edificar, también podrás hacer personalizaciones de los objetos que a efectos prácticos no otorga ningún extra a la herramienta en cuestión, pero le da un toque personal que gusta, hay que pescar y atrapar bichos, hay que regar las flores, plantar árboles, interactuar con tus vecinos, darles regalos y recibirlos, ir de viaje a islas desiertas donde puede que haya abundancia de materiales que en la tuya no hay, fruta nueva, piedras de dinero... Cada acción que tomes en Animal Crossing New Horizons es una sorpresa y me resulta impensable que alguien se aburra de las sorpresas, por eso el juego puede durar todo lo que quieras. Tú decides cuando dejas de visitar y dar sostén a tu isla.


CONCLUYENDO...
Tengo la impresión que Animal Crossing New Horizons no es un juego para todo el mundo pero que a todo el mundo va a gustarle. O por lo menos, va a encontrar difícil hablar mal de él. Ahora mismo se me viene algo que dijo Gunpei Yokoi poco antes de su fallecimiento. Dijo que él echaba en falta retos en los videojuegos. Los desarrolladores pretenden contar una historia en un videojuego como si fuera una película o un libro y esa falta de estímulos no le entusiasmaba. Más o menos dijo esto. No lo recuerdo con exactitud.  Animal Crossing New Horizons se olvida de la narrativa y nos ofrece un reto continúo. Y no un reto definido, no hay una forma exacta de decorar la isla, ni de poner la disposición de los árboles o flores, ni siquiera del lugar donde se asentará nuestra casa... Todo eso lo decidimos nosotros. Ya sea haciendo más grande un río o estanque, ya sea talando árboles y despejando el terreno, cada cosa irá donde tú quieras que vaya. Y estará bien puesta. al igual que la casa que tu amigo ha puesto en un sitio totalmente contrario al tuyo. Animal Crossing New Horizons no cuenta una historia épica con un final irrepetible. No tiene épica ni tiene grandes momentos. No tiene una escena final que te deje con la tristeza de que el viaje ha terminado y no sabes cuándo volverás a vivir otro viaje similar... Lo que sí tiene es libertad. La libertad de vivir a tu manera y de la forma de quieras. Y eso, con la sonrisa celeste de Gunpei Yokoi como testigo, es un reto continuo y una invitación para entrar en casa un rato todos los días.


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